A veces vivís como si tuvieras la vida comprada, como si fuera seguro que mañana vas a estar aquí. Como si tuvieras años por delante para decir lo que no dijiste, para abrazar a quien no abrazaste, para cuidar ese cuerpo que a veces descuidás, o para cumplir ese sueño que seguís posponiendo.
Hoy quiero hablarte de la vida. No desde la teoría, sino desde algo que me tocó muy de cerca esta semana.
Una persona a quien hace solo unos meses vi llena de salud, hoy está luchando por su vida.
Ha recibido muchísimas quimioterapias y radioterapias. Su cuerpo ya no es el mismo y...
¿Sabés qué no ha cambiado? Su alegría, su gratitud, su amor por estar viva, por disfrutar cada minuto que todavía tiene.
Y eso me hizo pensar… ¿cuántas veces te olvidás de vivir?
Te llenás de quejas, de excusas, de pendientes, de estrés, de cosas que “tenés que hacer”...
y sin darte cuenta, la vida se te pasa.
Te olvidás de que vivir es esto:
Sentarte frente a un lago y agradecer que estás vivo, disfrutar una charla con alguien que te quiere, comer algo rico, leer algo que te inspire, caminar, respirar profundo, mirar el cielo, agradecer ese cuerpo que todavía responde. Cuidarte, reír, perdonar, abrazar más.
¿Y si empezaras a vivir como si hoy fuera lo único seguro que tenés?
Porque así es. La vida es simple, somos nosotros los que a veces la complicamos.
Hoy quiero invitarte a que elijas vivir. No sobrevivir.
A que te regales salud, momentos reales, amistades sinceras y un corazón liviano. Porque no sabés cuánto tiempo tenés y sí sabés que mientras estés acá, podés hacer que cada día valga la pena.
La vida no se mide en años, se mide en momentos vividos con conciencia, amor y gratitud.✨
A veces pensás que la felicidad está allá afuera…
en una persona que te complete, en una casa más bonita, en un trabajo mejor pagado, en algo que puedas alcanzar, comprar o demostrar y buscás por todos lados: en la opinión de los demás, en lo que tenés, en lo que lográs, en lo que aún no llega.
Y olvidás mirar el último rincón, ese que no se ve, ese que está dentro de tu corazón, ahí, en lo invisible, es donde habita el Señor, donde vive tu paz, tu alegría verdadera.
Está tan, pero tan cerca que por eso mismo, no la ves,. Pasás la vida corriendo detrás de algo
que podrías estar sintiendo ya, si te detuvieras a vivirlo, si aprendés a disfrutar el camino a ser feliz.
Dra. Suzanna Vallejo