A veces, para encontrar la paz, solo necesitamos sumergirnos
Sumergirnos no solo en el agua, sino también en un estado profundo, sereno, silencioso, donde todo lo externo se desvanece y solo queda tu respiración, suave, rítmica, como un susurro que te conecta con la vida misma.
Recuerdo ese instante en Guanacaste, Costa Rica, el sonido envolvente de mi respiración fluyendo a través del tubo, ese latido pausado que parecía surgir desde el fondo del océano y esa gran tortuga que nadaba con tal calma, como si el tiempo no tuviera prisa, como si me recordara que todo absolutamente todo, puede moverse con gracia si estamos en sintonía con el momento presente.
Las plantas marinas danzaban suavemente obedeciendo la corriente sin resistirse, confiando, fluyendo y yo, por primera vez en mucho tiempo, me sentí parte de algo más grande, un mundo distinto, perfecto, indescriptible y sagrado.
Y quizás tú también, ahora al cerrar los ojos, puedas imaginarte allí respirando profundamente, sintiendo paz, dejando que tu mente flote suavemente hacia ese lugar donde todo se aquieta y solo existe la conexión contigo, con Dios, con la Tierra.
Porque la naturaleza no solo nos muestra belleza, nos enseña a detenernos, a agradecer, a cuidar el único hogar que tenemos.
Y tal vez, solo tal vez ya es hora de volver a sumergirse.
Susana Vallejo-Feather
Sumergirnos no solo en el agua, sino también en un estado profundo, sereno, silencioso, donde todo lo externo se desvanece y solo queda tu respiración, suave, rítmica, como un susurro que te conecta con la vida misma.
Recuerdo ese instante en Guanacaste, Costa Rica, el sonido envolvente de mi respiración fluyendo a través del tubo, ese latido pausado que parecía surgir desde el fondo del océano y esa gran tortuga que nadaba con tal calma, como si el tiempo no tuviera prisa, como si me recordara que todo absolutamente todo, puede moverse con gracia si estamos en sintonía con el momento presente.
Las plantas marinas danzaban suavemente obedeciendo la corriente sin resistirse, confiando, fluyendo y yo, por primera vez en mucho tiempo, me sentí parte de algo más grande, un mundo distinto, perfecto, indescriptible y sagrado.
Y quizás tú también, ahora al cerrar los ojos, puedas imaginarte allí respirando profundamente, sintiendo paz, dejando que tu mente flote suavemente hacia ese lugar donde todo se aquieta y solo existe la conexión contigo, con Dios, con la Tierra.
Porque la naturaleza no solo nos muestra belleza, nos enseña a detenernos, a agradecer, a cuidar el único hogar que tenemos.
Y tal vez, solo tal vez ya es hora de volver a sumergirse.
Susana Vallejo-Feather
A veces, para encontrar la paz, solo necesitamos sumergirnos
Sumergirnos no solo en el agua, sino también en un estado profundo, sereno, silencioso, donde todo lo externo se desvanece y solo queda tu respiración, suave, rítmica, como un susurro que te conecta con la vida misma.
Recuerdo ese instante en Guanacaste, Costa Rica, el sonido envolvente de mi respiración fluyendo a través del tubo, ese latido pausado que parecía surgir desde el fondo del océano y esa gran tortuga que nadaba con tal calma, como si el tiempo no tuviera prisa, como si me recordara que todo absolutamente todo, puede moverse con gracia si estamos en sintonía con el momento presente.
Las plantas marinas danzaban suavemente obedeciendo la corriente sin resistirse, confiando, fluyendo y yo, por primera vez en mucho tiempo, me sentí parte de algo más grande, un mundo distinto, perfecto, indescriptible y sagrado.
Y quizás tú también, ahora al cerrar los ojos, puedas imaginarte allí respirando profundamente, sintiendo paz, dejando que tu mente flote suavemente hacia ese lugar donde todo se aquieta y solo existe la conexión contigo, con Dios, con la Tierra.
Porque la naturaleza no solo nos muestra belleza, nos enseña a detenernos, a agradecer, a cuidar el único hogar que tenemos.
Y tal vez, solo tal vez ya es hora de volver a sumergirse.
Susana Vallejo-Feather
0 Commentarios
0 Acciones
1K Views
0 Vista previa