ALIMENTANDO MI ALMA

Si hay algo que puede mejorar mi estado de ánimo en un instante, es trabajar mi huerta en casa. Ver cómo la tierra absorbe la luz solar, crece y produce los alimentos que pronto se convertirán en mi alimento, es una de las experiencias más gratificantes que puedo imaginar.

Trabajar en mi huerta es un escape, una forma de volver a conectarme con la naturaleza y desconectar de mi vida urbana. Cavar, plantar, regar, cortar, cosechar - todas estas actividades me brindan una sensación de calma y serenidad que no puedo casi encontrar en ningún otro lugar.

Es cierto que tener una huerta también me relaja físicamente. Me enfoca en tareas y objetivos específicos, lo que me ayuda a despejar mi mente de preocupaciones y a calmar la ansiedad.

Además, no puedo ignorar la alimentación que me provee. El hecho de que los alimentos sean orgánicos, cultivados en casa y sin ningún tipo de pesticida o componentes químicos, le da un sabor único a mi comida. Me siento bien al saber de dónde vienen mis alimentos y que me los estoy comiendo tan frescos como sea posible. También es una actividad que alimenta mi alma, es que...

¡Es tan relajante, tan interesante!

¡Como de unas simples semillitas pueden brotar cosas tan maravillosas!

Realmente Dios nos bendice cada día con todo lo que nos ofrece.

Tener una huerta en casa me permite trabajar con mis manos mientras disfruto del aire fresco, el sol, y el ambiente verde y pacífico que me rodea. De alguna manera, me siento conectada con la tierra y satisfecha al saber que estoy haciendo algo para cuidar el medio ambiente. Así como esta actividad también puedo compartir con las personas que están a mi alrededor, les puedo enseñar, regalar o invitarles a disfrutar de los alimentos producidos, lo cual también puede generar momentos placenteros.

En conclusión, es mi pequeño oasis en casa. Un lugar donde puedo relajarme, alimentar mi cuerpo y mi alma y sumergirme en la belleza y tranquilidad de la naturaleza. Darle alimento a mi huerta y ver cómo crece me conecta con Dios, con la madre Tierra y con mi ser interior. Realmente me alegro de haber comenzado mi aventura en tener una huerta doméstica, sin duda es algo que me acompañará durante mucho tiempo.

Dra. Suzanna Vallejo

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