Te acostumbras tanto al dolor que llega el momento en que no lo sientes. te acostumbras a llevar la vida que no deseas y crees que está bien, que es lo normal o es lo que te tocó.
No es así porque lo normal es tener una vida tranquila, aún y con desavenencias, es vivir con pasión aunque el mundo se nos venga encima. Es sentir las emociones, vivirlas pero no perpetuarlas, al menos que sean emociones que nos protejan y nos ayuden a crecer.
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